1Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos que viven como extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia., les deseo gracia y paz en abundancia.I.— UNA HERENCIA RESERVADA EN LOS CIELOS (1,3-12)Viviendo en esperanza
3Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo triunfante de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente,. Ustedes se alegrarán, con un gozo inenarrable y radiante, con la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo, lo llevan a cabo no en su provecho, sino en el de ustedes. Anuncio este que los mismos ángeles están deseando contemplar.II.— UN NUEVO ESTILO DE VIDA (1,13—2,18)Llamados a una vida nueva
13Tengan, pues, a punto la mente; no se dejen seducir y pongan toda la esperanza en el don que les traerá la manifestación de Jesucristo.
14Como hijos obedientes, no sometán sus vidas a las apetencias de antaño, cuando aún vivían en la ignorancia., como santo es el que los llamó.
16Pues así lo dice la Escritura: Sean santos, porque yo soy santo.
17Y, si llaman Padre al que juzga a todos sin favoritismos y según su conducta, compórtense fielmente mientras viven en tierra extraña.Invitación al amor fraterno
22Ustedes, obedientes a la verdad, han eliminado cuanto impide una auténtica fraternidad. Ámense, pues, intensa y entrañablemente unos a otros.
toda su hermosura como flor de hierba.
Se agosta la hierba y cae la flor.
25 Pero la palabra de Dios perdura para siempre.
Y esta es la palabra que les ha sido anunciada como buena noticia.
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