1Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus ropas, se vistió de sayal y fue al Templo del Señor., tendrá que regresar a su país, donde lo haré morir a espada”.
Segunda embajada a Senaquerib(2 Re 19,8-19)8Regresó el copero mayor y, al enterarse de que el rey de Asiria se había retirado de Laquis para atacar Libná, fue allí a su encuentro.
9Y es que el rey de Asiria había oído que Tirhacá, rey de Etiopía, se había puesto en camino para plantarle batalla. Entonces, el rey de Asiria envió nuevos emisarios a Ezequías con el siguiente mensaje:
10— Digan a Ezequías, rey de Judá: “Que no te engañe tu Dios, en quien confías, asegurándote que Jerusalén no caerá en poder del rey de Asiria.
11Seguro que has oído cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países que han consagrado al exterminio. ¿Y piensas que tú vas a librarte?
12¿Salvaron sus dioses a las naciones que mis antepasados destruyeron, a saber: Gozán, Jarán, Resef y los habitantes de Edén, en Telasar?
13¿Dónde están los reyes de Jamat, de Arpad, de Laír, de Sefarváin, de Ená y de Ivá?”.
14Ezequías tomó la carta traída por los mensajeros y la leyó. Luego subió al Templo del Señor, la abrió ante el Señor
15y oró así:
16— Señor del universo, Dios de Israel, entronizado sobre querubines, tú solo eres el Dios de todos los reinos del mundo. Tú has creado el cielo y la tierra.
23¿A quién insultas e injurias?
¿Contra quién levantas tu voz,
alzando altanera la mirada?
¡Contra el Santo de Israel!
24Por medio de tus mensajeros
has insultado al Señor diciendo:
“Gracias a mis carros numerosos
he subido a las cumbres más altas,
al corazón del Líbano;
he talado sus cedros más esbeltos,
sus más escogidos cipreses;
me adentré en su lugar más oculto,
en sus bosques más espesos.
25Alumbré y bebí aguas extranjeras,
sequé bajo la planta de mis pies
todos los ríos de Egipto”.
26¿Acaso no te has enterado
de lo que tengo decidido hace tiempo?
Lo he planeado desde antaño
y ahora lo llevo a término;
voy a reducir a montones de escombros
todas las ciudades fortificadas.
27Sus habitantes, impotentes,
espantados y humillados,
son como hierba del campo,
como césped de pastizal,
como verdín de los tejados,
como mies agostada antes de sazón.
28Se bien si te levantas o te sientas,
conozco tus idas y venidas;
cuándo te enfureces contra mí.
29Puesto que ha llegado a mis oídos
tu furia y tu arrogancia contra mí,
pondré mi garfio en tu nariz
y mi argolla en tu hocico,
y te haré volver por el camino
por donde habías venido.
30Y esto, Ezequías, te servirá de señal: este año comerán lo que retoñe; y el siguiente, lo que nazca sin sembrar. Pero el tercer año sembrarán y cosecharán; plantarán viñas y comerán sus frutos.
31El resto superviviente de Judá volverá a echar raíces por abajo y a producir fruto por arriba, del Señor irrumpió en el campamento asirio y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados; al levantarse los asirios por la mañana, no había más que cadáveres.
37Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, regresó a Nínive y se quedó allí.
38Y un día, mientras estaba orando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Saréser lo asesinaron y huyeron al país de Ararat. Su hijo Asaradón le sucedió como rey.
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