1Aquellos tres hombres ya no respondieron a Job, convencidos de que se consideraba inocente.
2Pero Elihú, hijo de Baraquel, del clan de Ram, natural de Buz, se indignó contra Job, porque pretendía tener razón frente a Dios.
8Pero lo que hace perspicaz al ser humano,
es el espíritu que infunde el Todopoderoso;
9pues los años no dan sabiduría,
ni la vejez procura discernimiento.
10Por eso les pido que me escuchen,
pues quiero exponerles mi saber.
11He esperado mientras hablaban,
escuchaba atento sus razones,
cómo afinaban los argumentos.
12Me iba fijando con atención,
pero ninguno refutaba a Job,
ninguno desmentía sus cargos.
13No digan: “¡Dimos con una sabiduría
que sólo Dios, no los humanos, puede refutar!”.
14Como no ha argumentado contra mí,
no lo refutaré con las razones de ustedes.
15Ahí están, perplejos, sin respuesta;
sus argumentos los han abandonado.
16He esperado a que acabaran de hablar,
y ahí están, plantados, sin respuesta.
17Pero quiero hacer mi aportación;
expondré mi saber, desde luego,
18pues estoy repleto de palabras,
preñado de un aliento incontenible.
19Mi vientre es un odre nuevo
que el vino sin escape revienta.
20Hablaré y me quedaré tranquilo,
abriré mi boca y responderé.
21Con nadie seré parcial,
a nadie voy a adular.
22Primero porque no sé adular;
además mi Creador me destruiría.
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