1Cuando concluyeron todas las obras que había encargado hacer para el Templo del Señor, Salomón llevó las ofrendas de oro y plata y otros utensilios consagrados por su padre David, y los depositó en el tesoro del Templo de Dios.
Traslado del Arca(1 Re 8,1-13)2Salomón convocó en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los cabezas de familia israelitas para trasladar el Arca de la alianza del Señor desde la ciudad de David o Sión, del mes séptimo.
4Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas cargaron el Arca
5y la trasladaron junto con la Tienda del encuentro y todos los objetos sagrados que había en ella y que fueron llevados por los sacerdotes levitas.
6El rey Salomón y toda la asamblea de Israel reunida junto a él ante el Arca sacrificaron ovejas y toros en cantidades incalculables.
7Los sacerdotes llevaron el Arca de la alianza del Señor a su lugar, al camarín del Templo o lugar santísimo, bajo las alas de los querubines.
8Los querubines tenían sus alas extendidas sobre el lugar que ocupaba el Arca y cubrían por encima el Arca y sus varales. que estaba delante del camarín, aunque no se veían desde el exterior. Y allí siguen hasta el presente.
10El Arca sólo contenía las dos losas que Moisés entregó en el Horeb, cuando el Señor hizo alianza con los israelitas tras la salida del país de Egipto.
11Cuando los sacerdotes salieron del lugar santo (pues todos los sacerdotes presentes, sin distinción de turnos, se habían purificado), cantores, descendientes y parientes de Asaf, Hemán y Jedutún, vestidos de lino, estaban de pie a la derecha del altar, tocando platillos, salterios y cítaras, acompañados de ciento veinte sacerdotes que tocaban las trompetas.1 Cr 25,1.
13Y cuando los que tocaban las trompetas y los cantores entonaron al unísono la alabanza y la acción de gracias al Señor, haciendo sonar las trompetas, los platillos y demás instrumentos musicales y alabando al Señor: “porque es bueno y su amor no tiene fin”, el Templo se llenó con la nube de la gloria del Señor, Sal 136,1ss.
14de forma que los sacerdotes no pudieron continuar su servicio a causa de la nube, pues la gloria del Señor había llenado el Templo de Dios.
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