ECLESIASTÉS 2 - La Biblia Hispanoamericana (Traducción Interconfesional, versión hispanoamericana)

1Entonces me dije a mí mismo: prueba la alegría y procura el bienestar. Pero también esto es pura ilusión.

2Dije a la risa: ¡desquiciada! Y a la alegría: ¿para qué sirves?

3Probé a regalar mi cuerpo con vino y a entregarme a la necedad, sin renunciar a la sabiduría, para descubrir en qué consistía el bienestar de los seres humanos y qué es lo que hacían bajo el cielo en los días contados de su vida.

4Realicé grandes obras: me construí palacios, planté viñas, .

9Prosperé y superé a todos mis predecesores en Jerusalén, mientras la sabiduría me asistía.

10No negué a mis ojos nada de cuanto deseaban, ni me privé de alegría alguna, pues disfrutaba de todos mis afanes, y esa era la recompensa de todas mis fatigas.

11Entonces reflexioné sobre todas mis obras y sobre la fatiga que me habían costado, y concluí que todo era ilusión y vano afán, pues no se saca ninguna ganancia bajo el sol.

12Volví a reflexionar sobre la sabiduría, la insensatez y la necedad, pues ¿qué puede hacer el sucesor del rey? Repetir lo ya hecho.

13Y observé que la sabiduría era más provechosa que la necedad, como la luz es más provechosa que la oscuridad.

14El sabio tiene los ojos abiertos

y el necio camina a oscuras.

Pero yo también sé que un mismo destino aguarda a ambos.

17Llegué a odiar la vida, pues me disgustaba cuanto se hacía bajo el sol. Porque todo es pura ilusión y vano afán.

24No hay para el ser humano más felicidad que comer, beber y disfrutar de su trabajo, pues he descubierto que también esto es don de Dios,

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