JUAN 4 - La Biblia Hispanoamericana (Traducción Interconfesional, versión hispanoamericana)

Jesús y la Samaritana

1Se enteró Jesús de que los fariseos supieron que cada vez aumentaba más el número de sus seguidores y que bautizaba incluso más que Juan,, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José..

7Y en esto, llega una mujer samaritana a sacar agua. Jesús le dice:

— Dame de beber.

8Los discípulos habían ido al pueblo a comprar comida.

9La mujer samaritana le contesta:

— ¡Cómo! ¿No eres tú judío? ¿Y te atreves a pedirme de beber a mí que soy samaritana?

(Es que los judíos y los samaritanos no se trataban).

10Jesús le responde:

— Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: “dame de beber”, serías tú la que me pedirías de beber, y yo te daría agua viva.

11— Pero Señor —replica la mujer—, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es hondo. ¿Dónde tienes ese agua viva?

12Jacob, nuestro antepasado, nos dejó este pozo, del que bebió él mismo, sus hijos y sus ganados. ¿Acaso te consideras de mayor categoría que él?

13Jesús le contesta:

— Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed;

14en cambio, el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed sino que esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna.

15Exclama entonces la mujer:

— Señor, dame de esa agua; así ya no volveré a tener sed ni tendré que venir aquí a sacar agua.

16Jesús le dice:

— Vete a tu casa, llama a tu marido y vuelve acá.

17Ella le contesta:

— No tengo marido.

— Es cierto —reconoce Jesús—; no tienes marido.

18Has tenido cinco y ese con el que ahora vives no es tu marido. En esto has dicho la verdad.

19Le responde la mujer:

— Señor, veo que eres profeta.

20Nuestros antepasados rindieron culto a Dios en este monte; en cambio, ustedes los judíos dicen que el lugar para dar culto a Dios es Jerusalén.

21Jesús le contesta:

— Créeme, mujer, está llegando el momento en que para dar culto al Padre, ustedes no tendrán que subir a este monte ni ir a Jerusalén.

22Ustedes los samaritanos rinden culto a algo que desconocen; nosotros sí lo conocemos, ya que la salvación viene de los judíos.

25La mujer le dice:

— Yo sé que el Mesías (es decir, el Cristo) está por llegar; cuando venga nos lo enseñará todo.

26Jesús, entonces, le manifiesta:

— El Mesías soy yo, el mismo que está hablando contigo.

El verdadero alimento

27En ese momento llegaron los discípulos y se sorprendieron al ver a Jesús hablando con una mujer; pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería de ella o de qué estaban hablando.

28La mujer, por su parte, dejó allí el cántaro, regresó al pueblo y dijo a la gente:

29— Vengan a ver a un hombre que me ha adivinado todo lo que he hecho. ¿Será el Mesías?

30Ellos salieron del pueblo y fueron a ver a Jesús.

31Mientras tanto, los discípulos le insistían:

— Maestro, come.

32Pero él les dijo:

— Yo me alimento de un manjar que ustedes no conocen.

33Los discípulos comentaban entre sí:

— ¿Será que alguien le ha traído comida?

34Jesús les explicó:

— Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo sus planes.

35¿No dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la cosecha? Pues fíjense: los sembrados están ya maduros para la recolección.

— Ya no creemos en él por lo que tú nos has dicho, sino porque nosotros mismos hemos escuchado sus palabras, y estamos convencidos de que él es verdaderamente el salvador del mundo.

Segundo signo (4,43-54)Jesús cura al hijo de un funcionario real(Mt 8,5-13; Lc 7,1-10)

43Pasados dos días, Jesús partió de Samaría camino de Galilea.

44El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia patria. que tenía el hijo enfermo en Cafarnaún.

49Pero el oficial insistía:

— Señor, ven pronto, antes que muera mi hijo.

50Jesús le dijo:

— Vuelve a tu casa; tu hijo está ya bien.

Aquel hombre creyó lo que Jesús le había dicho y se fue.

51Cuando regresaba a casa, le salieron al encuentro sus criados para comunicarle que su hijo estaba curado.

52Él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron:

— Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre.

53El padre comprobó que esa fue precisamente la hora en que Jesús le dijo: “Tu hijo está bien”, y creyeron en Jesús él y todos los suyos.

54Este segundo milagro lo hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

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