1Roboán fue a Siquén, adonde había acudido todo Israel para proclamarlo rey. que tu padre nos impuso, nosotros te serviremos.
5Él les respondió:
— Vuelvan a verme dentro de tres días.
La gente se marchó
6y el rey Roboán pidió consejo a los ancianos que habían asistido a su padre Salomón mientras vivió:
— ¿Qué me aconsejan responder a esta gente?
7Ellos le dijeron:
— Si te portas bien con esta gente, si los complaces y les respondes con buenas palabras, ellos te servirán de por vida.
8Pero Roboán desoyó el consejo que le dieron los ancianos y consultó a los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su servicio.
9Él les preguntó:
— ¿Qué me aconsejan ustedes responder a esta gente que me ha pedido que les suavice el yugo que les impuso mi padre?
10Los jóvenes que se habían criado con él le respondieron:
— Esa gente te ha dicho: “Tu padre nos impuso un yugo insoportable, aligéranoslo tú”. Respóndeles así: “Mi dedo meñique es más gordo que la cintura de mi padre:
11si mi padre los cargó con un yugo insoportable, yo aumentaré su carga; si mi padre los castigaba con azotes, yo lo haré a latigazos”.
12Al tercer día, Jeroboán y todo el pueblo fueron a ver a Roboán, tal y como el rey les había dicho.
13Pero el rey les respondió con dureza: desoyó el consejo de los ancianos,
14y les habló siguiendo el consejo de los jóvenes:
— Mi padre les impuso un yugo insoportable, pero yo aumentaré su carga. Mi padre los castigó con azotes, pero yo lo haré a latigazos.
15Y el rey no quiso escuchar al pueblo; así lo había decidido Dios para cumplir de esta manera la promesa que el Señor había hecho a Jeroboán, hijo de Nabat, por medio de Ajías de Siló.
16Cuando todos los israelitas vieron que el rey no les hacía caso, le replicaron diciendo:
— ¡No tenemos nada que ver con David, ni repartimos herencia con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! Y que ahora David se preocupe de su casa.
Y los israelitas marcharon a sus casas.
17Roboán siguió reinando sobre los israelitas que residían en las ciudades de Judá.
18El rey Roboán envió a Adonirán, jefe de los trabajos forzados, pero los israelitas lo apedrearon hasta matarlo, y entonces el rey Roboán tuvo que apresurarse a subir en su carro para huir a Jerusalén.
19Así fue como Israel se rebeló contra la dinastía de David hasta el día de hoy.
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