1Un sábado iba Jesús paseando por entre unos sembrados. Sus discípulos se pusieron a arrancar espigas y a comérselas desgranándolas entre las manos.
2Algunos fariseos dijeron:
— ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?
3Jesús les contestó:
— ¿No han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros sintieron hambre? es Señor del sábado!
El hombre de la mano atrofiada(Mt 12,9-14; Mc 3,1-6)6Otro sábado entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía atrofiada la mano derecha.
7Los maestros de la ley y los fariseos, que estaban buscando un motivo para acusar a Jesús, se pusieron al acecho a ver si lo curaba, a pesar de ser sábado..
14Fueron estos: Simón, al que llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé;, que fue el traidor.
Jesús enseña y realiza curaciones(Mt 4,24-25; Mc 3,7-12)17Jesús bajó con ellos del monte hasta un lugar llano. Los acompañaba también un gran número de discípulos y mucha gente procedente de todo el territorio judío, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón.Bendiciones y amenazas(Mt 5,1-12)
20Entonces Jesús, mirando a sus discípulos, les dijo:
— Felices ustedes los pobres, porque el reino de Dios es de ustedes.
21Felices ustedes los que ahora tienen hambre, porque Dios los saciará.
Felices ustedes los que ahora lloran, porque después reirán.
22Felices ustedes cuando los demás los odien, los echen de su lado, los insulten y proscriban su nombre como infame por causa del Hijo del hombre.
23Alégrense y salten de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo los espera una gran recompensa. Así también maltrataron los antepasados de esta gente a los profetas.
24En cambio, ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido el consuelo que les correspondía!
25¡Ay de ustedes los que ahora están saciados, porque van a pasar hambre!
¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque van a tener dolor y llanto!
26¡Ay de ustedes cuando todo el mundo los alabe, porque eso es lo que hacían los antepasados de esta gente con los falsos profetas!
Sobre el amor a los enemigos(Mt 5,38-48)27Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos y pórtense bien con los que los odian., ofrécele también la otra. Si alguno quiere quitarte el manto, dale hasta la túnica.
30A quien te pida, dale, y a quien te quite algo tuyo, no se lo reclames.
31Pórtense con los demás como quieren que los demás se porten con ustedes.!: él llenará hasta los bordes y hará que rebose la bolsa de ustedes. Los medirá con la misma medida con que ustedes midan a los demás.
39Jesús siguió hablando por medio de ejemplos:
— ¿Cómo puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?Mt 15,14; 23,16; Rm 2,19.
40Ningún discípulo es más que su maestro, aunque un discípulo bien preparado podría igualar a su maestro.Mt 10,24-25; Jn 13,16.
41¿Por qué miras la brizna que tiene tu hermano en su ojo y no te fijas en el tronco que tú mismo tienes en el tuyo?
42¿Cómo podrás decirle a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la brizna que tienes en el ojo”, cuando no ves el tronco que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero el tronco de tu ojo, y entonces podrás ver con claridad para sacar la brizna del ojo de tu hermano!
El árbol y sus frutos(Mt 7,16-18; 12,33-35)43Ningún árbol sano da mal fruto, como tampoco el árbol enfermo da buen fruto.
44Por el fruto se conoce el árbol. No pueden recogerse higos de los espinos, ni pueden vendimiarse uvas de las zarzas.(Ver Stg 3,11-12).
45Del que es bueno, como su corazón es rico en bondad, brota el bien; y del que es malo, como es rico en maldad, brota el mal. Porque su boca habla de lo que rebosa el corazón.
Parábola de los dos cimientos(Mt 7,21.24-27)46¿Por qué me invocan “Señor, Señor” y no hacen lo que les digo?
47Todo aquel que viene a mí, que oye mis palabras y actúa en consecuencia,
48puede compararse a un hombre que para construir una casa cavó primero profundamente y puso los cimientos sobre la roca viva. Cuando luego se desbordó el río y se produjo una inundación, aquella casa resistió el embate de las aguas, porque estaba bien construida.
49En cambio, todo aquel que me oye, pero no actúa en consecuencia, puede compararse a un hombre que construyó una casa sin cimientos, sobre el puro suelo. Cuando el río se precipitó sobre ella, se vino abajo al instante y fue grande su ruina.
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