1 SAMUEL 9 - La Biblia Hispanoamericana (Traducción Interconfesional, versión hispanoamericana)

Saúl es ungido rey

1En la tribu de Benjamín había un hombre de buena posición llamado Quis, hijo de Abiel y descendiente de Seror, Becorat y Afiaj, el benjaminita. muy respetado, pues todo lo que dice se cumple puntualmente. Acudamos a él y quizá nos indique el camino que debemos seguir.

7Saúl le contestó:

— Pero, si vamos, ¿qué podemos llevar a ese hombre? Porque ya no nos queda pan en las alforjas y no tenemos nada que ofrecerle. ¿Qué nos queda?

8Y el criado le dijo:

— Mira, tengo a mano una pequeña moneda de plata. Se la daré al hombre de Dios para que nos indique el camino.

9(En Israel antiguamente, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía: “Vamos a ver al vidente”; pues al que actualmente llamamos “profeta” antes se le llamaba “vidente”).

10Y Saúl respondió:

— De acuerdo, vamos.

Y se dirigieron a la aldea donde vivía el hombre de Dios.

11Cuando subían la cuesta de la aldea, encontraron a unas muchachas que iban en busca de agua y les preguntaron:

— ¿Está aquí el vidente?

12Ellas les contestaron:

— Sí, ahí un poco más adelante. Pero dense prisa, pues ha llegado hoy a la aldea, porque el pueblo celebra un sacrificio en el santuario.

13Al llegar a la aldea lo encontrarán ustedes, antes de que suba a comer al santuario. La gente no comerá hasta que él llegue, pues debe bendecir la ofrenda. Después podrán comer los invitados. Así que suban ahora, porque lo encontrarán inmediatamente.

14Ellos subieron hacia la aldea y cuando entraban en ella, se toparon con Samuel que salía para subir al santuario local.

15El día anterior de la llegada de Saúl, el Señor había revelado directamente a Samuel lo siguiente:

16— Mañana a estas horas te enviaré a un hombre de la región de Benjamín y tú lo ungirás como jefe de mi pueblo Israel. Él defenderá a mi pueblo del poder de los filisteos, pues he visto el sufrimiento de mi pueblo y me han llegado sus lamentos.

17Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le comunicó:

— Ahí tienes al hombre del que te hablé. Ese gobernará a mi pueblo.

18Saúl se acercó a Samuel a la entrada de la ciudad y le dijo:

— Por favor, indícame dónde está la casa del vidente.

19Samuel le respondió:

— Yo soy el vidente. Sube delante de mí al santuario, que hoy ustedes comerán conmigo y mañana por la mañana te dejaré marchar y te revelaré todo cuanto te preocupa.

20En cuanto a las asnas que se te perdieron hace tres días, deja de pensar en ellas, porque ya han aparecido. Ahora el principal interés de Israel son tú y la familia de tu padre.

21Y Saúl contestó:

— ¿Por qué me dices eso si yo no soy más que un benjaminita, de la tribu más pequeña de Israel, y mi familia es de las más insignificantes entre las familias de la tribu de Benjamín?

22Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo en la sala y les asignó el lugar de la presidencia entre los invitados, que eran unos treinta.

23Luego dijo al cocinero:

— Tráete la ración que te di y que te encargué que guardaras.

24El cocinero sacó una pierna entera y se la sirvió a Saúl. Samuel le dijo:

— Ahí tienes lo que estaba reservado: sírvete y come, pues se te había guardado para este momento cuando invité a la gente.

Y Saúl comió aquel día con Samuel.

25Luego bajaron del santuario a la aldea, prepararon a Saúl un lecho en la terraza

26y se acostó. Al amanecer, Samuel llamó a Saúl, diciéndole:

— Levántate, que voy a despedirte.

Saúl se levantó y los dos salieron a la calle.

27Cuando bajaban por las afueras de la aldea, Samuel dijo a Saúl:

— Di a tu criado que nos adelante. Y tú espera un momento, que tengo que comunicarte la palabra de Dios.

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