1Puesto que somos colaboradores de Dios, les exhortamos a que no echen a perder su gracia.
2Es Dios mismo quien dice:
Tengo un tiempo propicio para escucharte,
un día en que acudiré en tu ayuda para salvarte.
Pues bien, este es el tiempo propicio, este es el día de la salvación.
3En cuanto a nosotros, procuramos no dar a nadie motivos para desacreditar nuestro ministerio.
4Al contrario, en todo momento nos hemos comportado como servidores de Dios. Es mucho lo que hemos debido soportar: sufrimientos, dificultades, estrecheces,.
11Acabo de desahogarme con ustedes, corintios, y es como si el corazón se me hubiera ensanchado.
12No ha sido mezquino mi amor; el de ustedes, en cambio, sí lo ha sido.
13Ensanchen también su corazón —como a hijos se lo pido— y correspondan a mi amor.Los cristianos, templos de Dios vivo
14No se asocien con los incrédulos formando una pareja desigual. ¿Acaso tiene algo que ver la rectitud con la maldad? ¿Tienen algo en común la luz y las tinieblas?
15¿Qué acuerdo puede haber entre Cristo y Satanás? ¿Qué relación entre el creyente y el incrédulo?
16¿Puede haber algo en común entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos templos de Dios viviente. Así lo ha dicho Dios mismo:
Habitaré y caminaré en medio de ellos;
yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
17Por tanto:
Salgan de entre esas gentes
y apártense de ellas, —dice el Señor—.
No toquen cosa impura, y yo los acogeré.
18 Seré padre para ustedes
y ustedes serán mis hijos e hijas,
—dice el Señor todopoderoso—.
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