1Después de decir todo esto, Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó:
— Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.
4Yo he manifestado tu gloria aquí, en este mundo, llevando a cabo la obra que me encomendaste. existiera.
6Te he dado a conocer a quienes me confiaste sacándolos del mundo. Eran tuyos; tú me los confiaste, y han obedecido tu mensaje.
9Yo te ruego por ellos. No te ruego por los del mundo, sino por los que tú me confiaste, ya que son tuyos.
10Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos resplandece mi gloria.
12Mientras estaba con ellos en el mundo, yo mismo cuidaba con tu poder a los que me confiaste. Los guardé de tal manera, que ninguno de ellos se ha perdido, fuera del que tenía que perderse en cumplimiento de la Escritura.
14Yo les he confiado tu mensaje, pero el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo.. por medio de la verdad; tu mensaje es la verdad.
18Yo los he enviado al mundo, como tú me enviaste a mí.
22Yo les he comunicado la gloria con que tú me has glorificado, de manera que sean uno, como lo somos nosotros.
23Como tú vives en mí, vivo yo en ellos para que alcancen la unión perfecta y así el mundo reconozca que tú me has enviado y que los amas a ellos como me amas a mí.
24Es mi deseo, Padre, que todos estos que tú me has confiado estén conmigo y contemplen mi gloria, la que me diste antes de que el mundo existiese.
25Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo te conozco, y todos estos han llegado a conocer que tú me has enviado.8,55; (ver Mt 11,27; Lc 10,22).
26Les he dado a conocer quién eres, y continuaré dándoselo a conocer, para que el amor que tú me tienes se manifieste en ellos y yo mismo viva en ellos.
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