1El año sexto, el día cinco del sexto mes, estando yo en mi casa en compañía de los ancianos de Judá, se posó sobre mí la mano del Señor Dios., y de sus caderas hacia arriba era resplandeciente, como el brillo del electro. del Señor. repugnantes; todos los ídolos de Israel grabados en la pared, todo alrededor.
11Setenta ancianos de Israel (entre ellos Jazanías, hijo de Safán) estaban delante de ellos, cada uno con su incensario, mientras se elevaba el humo del incienso.
12Entonces me dijo:
— ¿Has visto, hijo de hombre, lo que hacen en la oscuridad los ancianos de Israel, cada cual junto a la hornacina donde están sus imágenes, al tiempo que piensan: “El Señor no nos ve, pues ha abandonado el país”?
13Y añadió:
— Pues seguirás viendo las horribles abominaciones que cometen.
14Me condujo a la entrada del Templo del Señor que da al norte, y vi a unas mujeres que estaban allí llorando a Tamuz.
15Me dijo entonces:
— ¿Ves esto, hijo de hombre? Pues todavía verás abominaciones mayores que estas.
16Me condujo al atrio interior del Templo del Señor. Y a la entrada del santuario, entre el vestíbulo y el altar, vi a unos veinticinco hombres de espaldas al santuario del Señor y vueltos hacia oriente: estaban adorando al sol..
18Pues también yo actuaré con cólera; no pienso compadecerme ni perdonarlos. Me llamarán a gritos, pero no les prestaré atención.
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