1En cierta ocasión estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret y la gente se apiñaba a su alrededor deseosa de escuchar la palabra de Dios.
6Así lo hicieron; y recogieron tal cantidad de pescado que las redes estaban a punto de romperse.
7Entonces avisaron por señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Llegaron ellos y llenaron las dos barcas, hasta el punto que casi se hundían.
8Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:
— Señor, apártate de mí, que soy un pecador.
9Y es que el temor los había invadido a él y a todos sus compañeros a la vista de la gran redada de peces que habían capturado.
10Lo mismo les ocurría a Santiago y a Juan, los hijos de Zebedeo, que acompañaban a Simón en la pesca. Pero Jesús dijo a Simón:
— No tengas miedo. Desde ahora serás pescador de hombres.
11Y después de sacar las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.
Curación de un leproso(Mt 8,1-4; Mc 1,40-45)12En uno de los pueblos por donde pasaba Jesús, había un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró rostro en tierra y le dijo:
— Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
13Jesús extendió su mano y lo tocó, diciendo:
— Quiero, queda limpio.
Y al instante le desapareció la lepra.
14Jesús le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió:
— Ve, muéstrate al sacerdote y presenta por tu curación la ofrenda prescrita por Moisés. Así todos tendrán evidencia de tu curación.
15La fama de Jesús se extendía cada vez más, y eran muchos los que acudían a escucharlo y a que los curase de sus enfermedades.
16Pero Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar.Curación de un paralítico(Mt 9,2-8; Mc 2,1-12)
17Un día estaba Jesús enseñando. Cerca de él se habían sentado algunos fariseos y doctores de la ley llegados de todas las aldeas de Galilea y de Judea, y también de Jerusalén. Y el poder del Señor se manifestaba en las curaciones que hacía., bajaron al paralítico en su camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús.
20Al ver la fe de quienes lo llevaban, Jesús dijo al enfermo:
— Amigo, tus pecados quedan perdonados.
21Los maestros de la ley y los fariseos se pusieron a pensar: “¿Quién es este, que blasfema de tal manera? ¡Solamente Dios puede perdonar pecados!”. tiene autoridad en este mundo para perdonar pecados.
Se volvió al paralítico y le dijo:
— A ti te hablo: levántate, recoge tu camilla y márchate a casa.
25Él se levantó al instante delante de todos, recogió la camilla donde estaba acostado y se fue a su casa alabando a Dios.. Le dijo:
— Sígueme.
28Leví se levantó y, dejándolo todo, lo siguió.
29Más tarde, Leví hizo en su casa una gran fiesta en honor de Jesús, y juntamente con ellos se sentaron a la mesa una multitud de recaudadores de impuestos y de otras personas.?
31Jesús les contestó:
— No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos.
32Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores, para que se conviertan.El ayuno, el remiendo y los odres(Mt 9,14-17; Mc 2,18-22)
33Entonces dijeron a Jesús:
— Los discípulos de Juan ayunan a menudo y se dedican a la oración, y lo mismo hacen los de los fariseos. ¡En cambio, los tuyos comen y beben!
34Jesús les contestó:
— ¿Harían ustedes ayunar a los invitados a una boda mientras el novio está con ellos?
39Y nadie que haya bebido vino añejo querrá beber después vino nuevo, porque dirá que el añejo es mejor.
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