1Sucedió también que siete hermanos y su madre fueron arrestados y azotados con látigos y nervios de buey, pues el rey quería forzarlos a comer carne de cerdo, cosa prohibida por la ley.
7Una vez muerto el primero, llevaron al suplicio al segundo, a quien, después de arrancarle el cuero cabelludo, le preguntaron si querría comer antes de que torturaran su cuerpo miembro a miembro.
8Él respondió en su lengua materna, exclamando:
— ¡No!
Entonces le hicieron sufrir el mismo tormento que al primero,
9pero cuando ya iba a exhalar su último suspiro, dijo:
— Tú, criminal, nos quitas la vida presente; pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, pues morimos por guardar sus leyes.
10Después torturaron al tercero, quien, nada más ordenárselo, sacó la lengua y extendió valerosamente las manos,
11mientras decía:
— De Dios he recibido estos miembros; ahora, sin embargo, por amor a sus leyes, los desprecio con la esperanza de recuperarlos de él nuevamente.
12El rey y los que lo acompañaban estaban asombrados por el valor de aquel joven, que no temía al tormento.
13Después de él, torturaron igualmente al cuarto que,
14estando a punto de morir, dijo:
— Quienes mueren víctimas de la crueldad humana, albergan la esperanza de que Dios los resucitará. Para ti, sin embargo, no habrá resurrección a la vida.
15Trajeron en seguida al quinto y comenzaron a torturarlo;
16y él, mirando al rey, dijo:
— Tú, aunque eres mortal, tienes poder sobre seres humanos y haces lo que mejor te parece: pero no pienses que Dios ha abandonado a nuestro pueblo.
17Aguarda un poco y verás cómo, con su gran poder, te atormentará a ti y a tus descendientes.
18Luego trajeron al sexto que, ya al borde de la muerte, dijo:
— No te hagas vanas ilusiones, pues nosotros padecemos por nuestra propia culpa. Por haber pecado contra nuestro Dios, nos suceden estas cosas terribles. y confiarle altos cargos, si renunciaba a las tradiciones de sus antepasados.
25Pero como el joven no le hacía caso alguno, el rey llamó a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo para salvarle la vida.
26Tanto insistió, que finalmente ella se avino a convencer a su hijo.
27Inclinándose hacia él, y burlándose del cruel tirano, dijo en su lengua materna:
— Hijo, ten piedad de mí que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crié y eduqué hasta llegar a tu edad actual.
28Ahora, hijo mío, te pido que mires al cielo y a la tierra, y que, al ver lo que hay en ellos, entiendas que Dios lo hizo todo de la nada, y de la misma manera creó al género humano.
29No temas, pues, a ese verdugo, sino muéstrate digno de tus hermanos; acepta la muerte, para que yo te recobre juntamente con ellos por la misericordia de Dios.
30Aún estaba ella hablando, cuando el joven dijo:
— ¿Qué están esperando? Yo no voy a obedecer las órdenes del rey, sino a la ley que fue dada a nuestros antepasados por medio de Moisés.
31Y tú, que eres el autor de todos los males que afligen a los hebreos, no podrás escapar de las manos de Dios.
32Nosotros sufrimos a causa de nuestros propios pecados;
33y aunque el Señor de la vida se haya irritado contra nosotros por un breve lapso de tiempo para castigarnos y corregirnos, de nuevo se reconciliará con sus siervos.5,17-20; 6,12-16.
34Pero tú, el más impío y abominable de todos los mortales, no te engrías sin razón ni abrigues vanas esperanzas alzando tu mano contra los siervos de Dios,
35porque todavía no has escapado del juicio del Dios todopoderoso que todo lo ve.
36Nuestros hermanos, después de haber padecido un tormento pasajero, gozan ahora de la vida eterna prometida por Dios. Pero tú habrás de soportar el castigo de Dios que merece tu soberbia.
37Yo, lo mismo que mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes de nuestros antepasados; invoco asimismo a Dios para que pronto muestre su misericordia a nuestra nación y para que tú, a fuerza de ser atormentado y flagelado, lo reconozcas como el único Dios.
38¡Ojalá que, en mí y en mis hermanos, se detenga la ira que el Todopoderoso ha descargado justamente sobre todo nuestro pueblo!
39Incapaz de soportar aquella burla, el rey montó en cólera y torturó con mayor crueldad a este que a los otros.
40Así murió el más joven, limpio de toda mancha y con su confianza puesta por entero en el Señor.
41Finalmente, después de todos sus hijos, murió también la madre.
42Con esto termina el relato acerca de los banquetes rituales y de las espantosas crueldades que se cometieron.
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