2 MACABEOS 1 - La Biblia Hispanoamericana (Traducción Interconfesional, versión hispanoamericana)

Cartas a los judíos de Egipto (1,1—2,18)Primera carta

1“Los hermanos judíos de Jerusalén y de la región de Judea saludan a sus hermanos los judíos de Egipto y les desean paz y felicidad.

2Que Dios los llene de bienes en recuerdo de la alianza que hizo con sus fieles servidores Abrahán, Isaac y Jacob;

3y que ponga en todos ustedes el anhelo de adorarlo y de cumplir su voluntad, con un corazón grande y un espíritu generoso.

4Que les abra el corazón a su ley y a sus mandamientos, y que les dé la paz;

5que escuche sus oraciones, se reconcilie con ustedes y no los abandone en ocasiones adversas.

6Esto suplicamos ahora por ustedes en nuestras oraciones.

7Durante el reinado de Demetrio, en el año ciento sesenta y nueve, ya les escribimos nosotros, los judíos, en medio de la tribulación y la crisis que sufrimos en aquellos años, cuando Jasón y los suyos, traicionando la tierra santa y el reino, en el mes de Quisleu de este año ciento ochenta y ocho”.

Segunda carta

10“Los habitantes de Jerusalén y de Judea, junto con el Consejo de Ancianos y Judas, saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, preceptor del rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes consagrados, y a todos los judíos que viven en Egipto.

11A Dios, que nos ha librado de graves peligros, le damos fervientes gracias por habernos defendido contra el rey;

12pues fue Dios mismo quien expulsó a los que combatían contra la ciudad santa.

13En efecto, sucedió que cuando ese rey llegó a Persia conduciendo un ejército aparentemente invencible, los sacerdotes de la diosa Nanea le tendieron una trampa, y fue descuartizado.. Después los despedazaron y arrojaron sus cabezas a los que estaban fuera.

17¡Sea por siempre bendito nuestro Dios, que entregó a la muerte a los impíos!

18Como estamos a punto de celebrar la purificación del Templo, el día veinticinco del mes de Quisleu, nos ha parecido oportuno escribirles, para que ustedes también celebren la fiesta de las Enramadas y se acuerden del fuego que apareció, cuando Nehemías, habiendo ya reconstruido el Templo y el altar, ofreció sacrificios., los piadosos sacerdotes de entonces tomaron en secreto fuego del altar, y de tal manera lo ocultaron en lo profundo de una cisterna seca, que nadie supo en qué lugar se encontraba.

20Pasados muchos años, cuando Dios quiso, el rey de Persia envió a Nehemías a los descendientes de aquellos sacerdotes que habían ocultado el fuego. Él les encargó que fueran a buscarlo; pero ellos le dijeron que no habían encontrado el fuego, sino tan sólo un líquido espeso. Entonces les mandó que lo sacaran y se lo llevaran.

21Cuando ya estaban preparados los sacrificios, Nehemías ordenó a los sacerdotes que rociaran con aquel líquido la leña y todo lo que había sobre ella.

22Así lo hicieron y, cuando después de cierto tiempo comenzó a brillar el sol, oculto hasta entonces tras una nube, se encendió un fuego enorme que dejó a todos maravillados.

23Los sacerdotes y todos los presentes oraban mientras se consumía el sacrificio. Jonatán iniciaba la oración, y los demás respondían juntamente con Nehemías.

24La oración era esta:

Señor, Señor Dios, Creador de todas las cosas, temible y fuerte, justo y misericordioso, único rey y único bienhechor,

25el único generoso, el único justo, omnipotente y eterno, que salvas a Israel de todo mal, que elegiste a nuestros antepasados y los santificaste,

26acepta este sacrificio que te ofrecemos por todo tu pueblo Israel. Santifícalo, pues él es tu heredad.

27Reúne aquellos de los nuestros que están dispersos, da la libertad a los que sufren como esclavos en las naciones paganas y cuida de los despreciados y aborrecidos, para que los paganos reconozcan que tú eres nuestro Dios.

30Los sacerdotes, entre tanto, cantaban himnos.

31Cuando se consumió el sacrificio, Nehemías ordenó que el resto del líquido se vertiese sobre unas grandes piedras.

32Entonces se encendió una llamarada que fue absorbida por la luz que brillaba en el altar.

33Lo ocurrido se hizo público, por lo que el rey de los persas se enteró de que, en el lugar donde los sacerdotes deportados habían ocultado el fuego, había aparecido un líquido con el que Nehemías y sus colegas quemaron las víctimas del sacrificio.

34El rey, después de cerciorarse del hecho, mandó cercar el lugar y lo declaró sagrado;

35y a quienes cuidaban de aquel sitio, el rey los obsequiaba con las muchas ganancias que obtenía.

36Los compañeros de Nehemías llamaron a aquel líquido “neftar”, que significa “purificación”, aunque la gente en general lo llamó “nafta”.

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