MARCOS 12 - Segun el Texto Bizantino 2005

Parábola de los labradores malvados

1Y comenzó a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña, y la rodeó de una cerca, y cavó un lagar, y construyó una torre, y la arrendó a labradores, y se fue lejos.

2Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que de los labradores recibiera del fruto de la viña.

3Pero ellos, tomándolo, lo golpearon, y lo enviaron vacío.

4Y volvió a enviarles otro siervo; también a él lo apedrearon y lo hirieron en la cabeza, y lo enviaron afrentado.

5Y nuevamente envió a otro; pero a él lo mataron, y a muchos otros; pero a unos golpearon, y a otros mataron.

6Por último, pues, teniendo aún un hijo, su amado, lo envió también a ellos, diciendo: Respetarán a mi hijo.

7Pero aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémoslo, y la heredad será nuestra.

8Y tomándolo, lo mataron, y lo echaron fuera de la viña.

9¿Qué, pues, les hará el Señor de la viña? Vendrá y destruirá a esos labradores, y les dará su viña a otros.

10¿Ni siquiera habéis leído esta Escritura:

La piedra que desecharon los edificadores,

Vino a ser cabeza del ángulo;

11El SEÑOR hizo esto,

Y es maravilloso a nuestros ojos?

12Y procuraban prenderle—pero temían a la multitud—porque sabían que había dicho aquella palabra; y dejándole, se fueron.

Dad a César

13Y enviaron a él algunos de los fariseos y de los herodianos, para que lo sorprendieran en alguna palabra.

14Y ellos, viniendo, le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios en verdad. ¿Se permite dar impuesto a César, o no?

15¿Damos, o no damos? Y él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me ponéis a prueba? Traedme un denario, para que yo lo vea.

16Y ellos se lo trajeron. Y les dijo: ¿De quién es esta imagen e inscripción? Y ellos le dijeron: De César.

17Y contestando Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios. Y se admiraron de él.

La pregunta sobre la resurrección

18Y vinieron a él unos saduceos, quienes dicen que no hay resurrección; y le preguntaron, diciendo:

19Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguien muere, y deja esposa, pero no deja hijos, que su hermano tome su esposa, y levante descendencia a su hermano.

20Hubo siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendencia.

21También el segundo la tomó, y murió, y tampoco él dejó descendencia; y el tercero por igual.

22Y la tomaron los siete, y no dejaron descendencia. Al último de todos murió también la mujer.

23En la resurrección, cuando resuciten, ¿de quién de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron por esposa.

24Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis en esto, no conociendo las Escrituras, ni el poder de Dios?

25Porque cuando resuciten de los muertos, no se casarán, ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos.

26Pero en cuanto a que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

27Él no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros estáis muy equivocados.

Los dos mayores mandamientos

28Y acercándose uno de los escribas, al oír que discutían, cuando supo que les había contestado bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29Y Jesús le contestó: El primero de todos los mandamientos es: Oye, Israel; el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es;

30y amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento.

31Y el segundo, semejante, es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos.

32Y el escriba le dijo: Bien, Maestro, en verdad has dicho que él es uno, y no hay otro salvo él.

33Y el amarle con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y de todas las fuerzas, y el amar al prójimo como a sí mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.

34Y Jesús, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie se atrevía a preguntarle.

¿De quién es hijo el Mesías?

35Y contestando Jesús, dijo, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David?

36Porque David mismo dijo por el Espíritu Santo:

Dijo el SEÑOR a mi Señor:

Siéntate a mi derecha,

Hasta que ponga a mis enemigos por escabel de tus pies.

37David mismo, pues, le llama Señor; ¿y cómo es su hijo? Y toda la multitud le escuchaba de buena gana.

Denuncia de los hipócritas religiosos

38Y les decía en su enseñanza: Cuidaos de los escribas, que les gusta andar con vestiduras largas, y les gustan los saludos en las plazas,

39y los primeros asientos en las sinagogas, y los lugares de honor en los banquetes;

40que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Ellos recibirán un juicio más severo.

La ofrenda de la viuda

41Y sentándose Jesús frente a la caja de las ofrendas, observaba cómo la gente echaba monedas de cobre en la caja; y muchos ricos echaban mucho.

42Y vino una viuda pobre y echó dos leptas, lo cual es un cuadrante.

43Y llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan a la tesorería.

44Porque todos han echado de su abundancia; pero ella de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

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