MATEO 15 - Segun el Texto Bizantino 2005

La inmundicia viene de adentro

1Entonces vinieron a Jesús unos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:

2¿Por qué tus discípulos infringen la tradición de los ancianos? Pues no se lavan sus manos cuando comen pan.

3Y él, contestando, les dijo: ¿Por qué vosotros también infringís el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición?

4Porque Dios mandó, diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldice a su padre o madre, sea condenado a muerte.

5Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o madre: Es mi ofrenda todo aquello con que pudiese ayudarte—y no honra a su padre o a su madre;

6anuláis el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición.

7¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo:

8Este pueblo está cerca de mí con su boca, y con los labios me honra;

Pero su corazón está lejos de mí.

9Pero en vano me honran,

Enseñando doctrinas de mandamientos de hombres.

10Y convocando a la multitud, les dijo: Escuchad y entended.

11No lo que entra en la boca contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso contamina al hombre.

12Luego se acercaron sus discípulos y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos, al oír lo que dijiste, se ofendieron?

13Y él, respondiendo, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada.

14Dejadlos; son guías ciegos de ciegos; si, pues, un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo.

15Y Pedro, contestando, le dijo: Explícanos esta parábola.

16Y Jesús dijo: ¿Todavía sois insensatos?

17¿Aún no entendéis que todo lo que entra en la boca entra en el estómago, y es echado en la letrina?

18Y las cosas que salen de la boca salen del corazón, y aquellas cosas contaminan al hombre.

19Porque del corazón salen los malos pensamientos, asesinatos, adulterios, fornicación, robos, falsos testimonios, blasfemias.

20Estas son las cosas que contaminan al hombre; pero el comer sin lavar las manos no contamina al hombre.

La fe de una mujer gentil

21Y saliendo de allí, Jesús se dirigió a las regiones de Tiro y Sidón.

22Y he aquí una mujer cananea de esos alrededores salió y le gritó, diciendo: ¡Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está severamente endemoniada.

23Pero él no le contestó palabra. Y acercándose sus discípulos, le preguntaron, diciendo: Despídela, porque da voces tras nosotros.

24Y el respondió y dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

25Pero ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, ayúdame!

26Y él contestó y dijo: No es bueno tomar el pan de los niños y echarlo a los perritos.

27Pero ella dijo: Sí, Señor; pero los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28Entonces respondió Jesús y le dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Jesús sana grandes multitudes

29Y pasando de allí, Jesús vino junto al mar de Galilea; y subió al monte, donde se sentó.

30Y se le acercaron grandes multitudes, teniendo consigo cojos, ciegos, sordos, mancos, y otros muchos, y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;

31de manera que las multitudes se admiraron, viendo a los sordomudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaron al Dios de Israel.

Alimentación de los cuatro mil

32Y Jesús, convocando a sus discípulos, dijo: Tengo lástima del pueblo, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; pero no quiero despedirlos hambrientos, no sea que desmayen en el camino.

33Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde obtendremos tanto pan en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?

34Y Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos cuantos pececillos.

35Y mandó a la multitud que se sentara sobre la tierra.

36Tomando, pues, los siete panes y los pescados, dio gracias, partió y les dio a los discípulos, y los discípulos a la gente.

37Y comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.

38Y los que comieron eran cuatro mil hombres, aparte de las mujeres y niños.

39Y despidiendo a la multitud, subió a una barca y se fue a la región de Magdala.

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