MARCOS 6 - Segun el Texto Bizantino 2005

Rechazo en Nazaret

1Y saliendo de allí, entró en su patria; y le siguieron sus discípulos.

2Y llegado el sábado, entró en la sinagoga para enseñar; y muchos, oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene este estas cosas? Y ¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada, que tales milagros son hechos por sus manos?

3¿No es este el carpintero, el hijo de María, y hermano de Jacobo y de José, y de Judas y de Simón?

4Y Jesús les decía: Ningún profeta carece de honra, excepto en su patria, y entre sus parientes, y en su casa.

5Y no pudo hacer allí ningún milagro, sino que sanó a unos cuantos enfermos, poniéndoles las manos encima.

6Y estaba admirado de la incredulidad de ellos.

Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.

Jesús comisiona a los doce

7Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos, y les daba autoridad sobe los espíritus inmundos.

8Y les mandó que no llevaran nada para el camino, sino solo un bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto;

9sino que se pusieran sandalias y no vistieran dos túnicas.

10Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, allí quedaos hasta que salgáis de ese lugar.

11Y todos cuantos no os reciban, ni os escuchen, salid de allí y sacudid el polvo de debajo de vuestros pies para testimonio contra ellos. En verdad os digo, será más tolerable para Sodoma y Gomorra en el día de juicio, que para aquella ciudad.

12Y saliendo, predicaban para que se arrepintieran.

13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

Muerte de Juan el Bautista

14Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho famoso, y decía: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso se hacen en él estos milagros.

15Otros decían: Es Elías; pero otros decían: Es un profeta, como uno de los profetas.

16Pero oyéndolo Herodes, dijo: Al que yo decapité, este es Juan; él ha resucitado de entre los muertos.

17Porque él, Herodes, había enviado y prendido a Juan, y le había encerrado en la cárcel, a causa de Herodías, esposa de Felipe su hermano, porque se había casado con ella.

18Porque Juan decía a Herodes: Está prohibido que tengas la mujer de tu hermano.

19Y Herodías guardaba rencor contra él y lo quería matar; y no podía.

20Pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía; y cuando le oía, él hacía muchas cosas, pero le escuchaba de buena gana.

21Y venido un día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños les hacía cena a sus grandes y a sus comandantes y a los principales de Galilea;

22y entrando la hija de la misma Herodías, bailó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y dijo el rey a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y te lo daré.

23Y le juró: Cualquier cosa que me pidas, te daré, hasta la mitad de mi reino.

24Y saliendo ella, le dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista.

25Y ella entró apresuradamente ante el rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.

26Y aunque el rey se puso muy triste, a causa del juramento y los que estaban con él a la mesa, no quiso negárselo.

27E inmediatamente enviando el rey a un verdugo, mandó que se le trajera su cabeza.

28Y él se fue y lo degolló en la prisión, y trayendo su cabeza en una bandeja, se la dio a la muchacha; y la muchacha se la dio a su madre.

29Y cuando oyeron esto los discípulos de Juan, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en una tumba.

Alimentación de los cinco mil

30Y los apóstoles se reunieron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.

31Y les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, hasta tal punto que no tenían ni oportunidad de comer.

32Y se fueron a un lugar desierto aparte en la barca.

33Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.

34Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

Jesús anda sobre el mar

35Y siendo ya muy avanzada la hora, acercándosele sus discípulos, le dijeron: El lugar es desierto, y ya es tarde.

36Despídelos para que se vayan a los campos y aldeas de alrededor y se compren pan; porque no tienen qué comer.

37Pero él les contestó, diciendo: Dadles vosotros de comer. Y le dijeron: ¿Nos vamos y les compramos pan por doscientos denarios, y les damos de comer?

38Y él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo. Y cuando lo supieron, dijeron: Cinco, y dos peces.

39Y les mandó que hicieran recostar a todos por grupos en la hierba verde.

40Y se recostaron por grupos, de cien en cien, y de cincuenta en cincuenta.

41Y tomando los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y les daba a sus discípulos para que se los repartieran; y los dos peces se los distribuyeran a todos.

42Y comieron todos, y se saciaron.

43Y levantaron doce canastos llenos de pedazos, y de los peces.

44Y los que comieron los panes eran cinco mil hombres.

45Y en seguida instó a sus discípulos a entrar en la barca, y avanzar a la otra ribera, a Betsaida, entre tanto que él despedía a la multitud.

46Y despidiéndose de ellos, se fue al monte para orar.

47Y al anochecer, estaba la barca en medio del mar, y él estaba solo en la tierra.

48Y los vio atormentados al remar, porque el viento les era contrario. Y como a la cuarta vigilia de la noche vino hacia ellos, andando sobre el mar; y quería pasarlos de largo.

49Y ellos, viéndole andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;

50porque todos le vieron, y se turbaron. E inmediatamente habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo! Yo soy; no temáis.

51Y subió a ellos en la barca, y el viento cesó. Y estaban asombrados sobremanera y admirados.

52Porque aún no habían entendido lo de los panes; porque tenían el corazón endurecido.

Muchos tocan a Jesús y quedan sanados

53Y habiendo pasado al otro lado, vinieron a la tierra de Genesaret, y amarraron la barca.

54Y saliendo ellos de la barca, en seguida le reconocieron.

55Y recorriendo toda la región de alrededor, empezaron a traer a los enfermos en camillas, adonde oían que estaba.

56Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que siquiera les dejara tocar el borde su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

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