Isaías 38 - Reina Valera 1995

Enfermedad de Ezequías (2~R 20.1-11; 2~Cr 32.24-26)

1En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y el profeta Isaías hijo de Amoz, vino a él y le dijo: «Esto dice Jehová: “Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás.”»

2Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared e hizo oración a Jehová,

3y dijo: «Jehová, te ruego que recuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos.» Y lloró Ezequías con gran llanto.

4Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:

5«Ve y dile a Ezequías: “Jehová, Dios de tu padre David, dice así: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años.

6Te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé.

7Esto te será por señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha dicho:

8He aquí, yo haré regresar la sombra diez grados más de los grados que ya ha descendido en el reloj de Acaz.’”» Y volvió el sol diez grados atrás, sobre los cuales ya había descendido.

9Escrito de Ezequías, rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad:

10«Yo dije: “En la mitad de mis días

me iré a las puertas del seol;

privado soy del resto de mis años.”

11Y dije: “No veré a Jah,

a Jah en la tierra de los vivientes;

ya no veré más a los hombres

entre los moradores del mundo.

12Mi morada ha sido movida y traspasada de mí,

como una tienda de pastor.

Como un tejedor yo devanaba mi vida;

pero él la va a cortar del telar.

¡Tú me consumirás entre el día y la noche!”

13Yo clamo hasta la mañana;

él, como un león, muele todos mis huesos:

de la noche a la mañana terminarás conmigo.

14Como la grulla y como la golondrina me estoy quejando;

gimo como la paloma

y alzo hacia lo alto mis ojos.

Jehová, violencia padezco, ¡fortaléceme!

15¿Qué diré?

El que me lo dijo, él mismo lo hará.

Andaré humillado todos mis años,

a causa de la amargura de mi alma.

16Señor, por estas cosas los hombres viven

y en todas ellas está la vida de mi espíritu;

pues tú me restablecerás y harás que viva.

17He aquí gran amargura

me sobrevino en la paz,

pero a ti te agradó librar mi vida

del hoyo de corrupción,

porque echaste tras tus espaldas

todos mis pecados.

18Pues el seol no te exaltará

ni te alabará la Muerte;

ni los que descienden al sepulcro

esperarán en tu verdad.

19El que vive, el que vive, este te dará alabanza,

como yo hoy.

El padre hará notoria

tu verdad a los hijos.

20¡Jehová me salva!

Por eso tocaremos nuestros instrumentos

y cantaremos en la casa de Jehová

todos los días de nuestra vida.»

21Y había dicho Isaías:

—Tomen una masa de higos y pónganla en la llaga, y sanará.

22Había asimismo dicho Ezequías:

—¿Qué señal tendré de que subiré a la casa de Jehová?

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